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¿En qué te afecta la inflación?

El precio de las cosas sube. Y el problema no se limita al encarecimiento de la vida, sino a que el dinero pierde valor. De media, la economía deja atrás un 2% anual del valor del dinero.

Aunque el Índice de Precios de Consumo (IPC) se publica por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a mediados del mes de enero, el organismo oficial ya publicado una tasa anual del indicador adelantado de la inflación subyacente con una subida de seis puntos. 

Últimamente, nuestro día a día está rodeado de términos relacionados con la subida. La subida de la gasolina, la subida de la luz, la subida del gas. Eso, en resumen, configura la inflación y afecta directamente a nuestra economía doméstica.

¿Qué es la inflación?

Conocer el concepto de inflación nos permitirá comprender mejor los efectos que provoca directamente sobre cada hogar y sobre la contabilidad de la economía general.

La inflación es un proceso económico que causa el desequilibrio entre demanda y producción. Este desequilibrio lleva consigo un aumento de los precios de productos y servicios que causa una pérdida del valor del dinero, ya que no se produce un aumento en los salarios ni los beneficios laborales adquiridos. De esta manera, se produce una pérdida del poder adquisitivo del dinero (la moneda).

Es decir, un euro vale hoy menos que mañana, ya que podemos adquirir menos bienes o contratar menos servicios por el mismo dinero en diferentes etapas. 

¿Cómo se calcula la pérdida de valor adquisitivo?

El porcentaje de pérdida se calcula en base a los bienes y servicios de consumo medio de una familia. Estos son: productos de consumo diario (alimentación y combustible), productos de consumo duradero (ropa, informática, electrodomésticos, tecnología y automoción) y servicios (vivienda, seguros, etc).

En España, la inflación siempre ha llevado una línea ascendente desde 1999, por lo que hay que tener en cuenta que no es un valor susceptible de disminuir (al menos a corto o medio plazo).

Cuáles son los tipos de inflación

Aunque en nuestro país la inflación siempre ha sido un valor en continuo crecimiento, depende del porcentaje de aumento o la magnitud de la misma podemos clasificarla en distintos tipos de inflación. De menos a más, son las siguientes:

Inflación controlada

Se trata de una subida de precios moderada que se mantiene relativamente estable y que suele rondar el 2% anual. Una inflación que no suba de ese valor suele ser un buen pronóstico de crecimiento económico. 

Inflación moderada

En este caso, la subida de precios está algo por encima de los valores saludables para un buen crecimiento económico, ya que se sitúa entre el 2% y el 4%. En este rango de subida, la banca dispone de recursos para regular la subida y devolver el nivel de inflación a una zona controlada. 

Inflación alta

Aunque es una subida que supera el 4%, no llega al 10% anual, que es un límite peligroso. Se puede dar un pico de este nivel de forma temporal como consecuencia de situaciones excepcionales (como fue el caso de la normalidad post pandémica), pero un período persistente en estos valores puede erosionar notablemente nuestra economía, ya que araña los recursos de los ahorros. 

Inflación galopante

Cuando la inflación llega a niveles de 2 o 3 dígitos en un plazo de un año, sus efectos constituyen un serio golpe a la economía de un país. En estos casos, los productos pueden incluso duplicar su precio y causar serios reveses a los recursos de un hogar. 

Hiperinflación

Ya son palabras mayores. El aumento de precios supera el 1000% anual y acarrea crisis económicas de gran envergadura para los países, ya que el valor del dinero se pierde por completo. En períodos de hiperinflación el dinero puede depreciarse y cambiar incluso cada hora debido a la inestabilidad. 

 

Aunque la hiperinflación es un proceso extraordinario, también se puede producir el mismo efecto en sentido contrario. De darse un descenso generalizado a lo largo del tiempo del precio de productos y servicios, estaríamos ante un estadio de inflación negativa.

Deflación

La inflación negativa recibe el nombre de deflación. Es un proceso que acostumbra a estar ligado con procesos históricos como las recesiones. Estos momentos contraen el consumo y el crecimiento económico registrado por medidores como el Producto Interior Bruto (PIB) es muy flojo. 

En estos períodos, la decisión de comprar se pospone ante la expectativa de un mejor precio debido a la bajada continuada de los mismos, lo que mantiene la tendencia a la baja. 

¿Cómo nos afecta la inflación?

A nivel de economía doméstica, la inflación repercute negativamente en todos los hogares. La afectación de la economía doméstica en lo que se refiere al ahorro puede tener varios frentes.

Mayor cuota en préstamos

La inflación afecta no solo a nivel de adquisición de bienes y servicios. Si necesitamos pedir dinero y solicitar un préstamo, los tipos de interés aumentarán y los importes de pago para productos como las hipotecas de interés variable serán mayores.

Como consecuencia se reduce la petición de este tipo de financiación. 

Disminución de la capacidad de ahorro

La subida de precio constituye un aumento de los gastos en el hogar, con lo que, a todas luces, disminuye la capacidad de ahorro. Es, tal vez, la consecuencia más notoria de los efectos de la inflación a nivel particular. 

En los hogares es menos posible ahorrar. Es una cuestión de prioridades. Con la inflación necesitamos más dinero para tener acceso a esos productos o servicios que necesitamos en nuestro día a día. 

De hecho, los productos de consumo diario suelen ser los bienes que más aumentan de precio, lo que afecta en mayor medida a la economía doméstica en general.

Menos valor del dinero ahorrado

Por otra parte, si disponemos de un “colchón de emergencia”, ese monto perderá poco a poco su valor, ya que la inflación le afectará directamente. 

Cómo evitar perder dinero con la inflación

Aunque suene a paradoja, si quieres conservar tu dinero, lo mejor es que te lo gastes. Sí, como suena. Pero gástalo en ti. 

Es decir, si quieres evitar la pérdida de dinero por la inflación, lo mejor es invertir. Y no en cualquier cosa. En fondos de inversión. ¿Por qué? Porque los fondos de inversión son los archienemigos de la inflación al garantizar la rentabilidad independientemente de la devaluación. 

¿No tienes dinero para invertir? Puedes recurrir a un producto financiero y solicitar dinero online. Pongamos 1000 euros. Podrás devolver la financiación en cómodas cuotas y ese dinero generará beneficios para ti que te repercutirán positivamente en el futuro. 

Opciones de inversión ante la inflación

Hay muchas opciones para invertir que dependen del riesgo que se quiera asumir. La inversión a largo plazo diluye en gran medida ese riesgo, pero no atreverse no producirá los resultados esperados. 

La rentabilidad de opciones de bajo riesgo no harían frente a la inflación aunque es verdad que las cuentas, fondos a corto plazo de renta fija o los depósitos, por poco beneficio que produzcan, siempre son mejor que nada, ya que evitan la depreciación.

Pero si buscas enfrentar la inflación y ganar rentabilidad, la inversión pasa por la renta variable, como la de los fondos temáticos. Súmale un plus de responsabilidad y opera bajo los criterios ESG (Environmental, Social and Governance).

Sea cual sea la opción que elijas, puedes disponer de un préstamo rápido online y blindar tu futuro ante la inflación con Fintya.